Reblogueo este interesante artículo publicado en el Diario La Rioja sobre hechos acontecidos en las tierras entre Ventosa y Nájera ahora hace 650 años.
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Se cumplen 650 años de la pugna por tierras de La Rioja entre Enrique de Trastámara y Pedro ‘el Cruel’ en la Guerra de los Cien Años
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El Príncipe de Gales salió en apoyo de Pedro I y el galo Bertrand Du Guesclin respaldó a Enrique II
El 3 de abril de 1367 los campos de La Rioja se tiñeron de sangre. La Batalla de Nájera, una de las más sanguinarias acontecidas en la Península Ibérica, enfrentó al rey Pedro I ‘el Cruel’ y a su hermanastro Enrique de Trastámara -que aspiraba al trono- en una guerra civil castellana que no fue sino la prolongación de la Guerra de los Cien Años más allá de los Pirineos. Más de 60.000 hombres, según las crónicas, se enfrentaron en ella. El legendario Príncipe Negro, heredero de la corona de Inglaterra, y su cerval enemigo, el francés Bertrand du Guesclin, fueron los protagonistas de una contienda de la que este lunes 3 de abril se han cumplido 650 años. Huestes de Castilla, Aragón, Navarra, Francia, Inglaterra y otros mercenarios de media Europa confluyeron en una auténtica conflagración mundial.
La supremacía marítima que Castilla mantenía sobre Inglaterra y Francia había propiciado que ambos reinos, enemigos irreconciliables durante la Guerra de los Cien Años -116 años, en realidad (1337-1453)-, buscaran una alianza que inclinara la balanza hacia sus respectivos intereses. Aprovechando la guerra civil castellana que libraban el monarca Pedro I ‘el Cruel’ y su hermanastro Enrique de Trastámara, tanto Londres como París tomaron partido por cada uno de los bandos fratricidas.
Asediado por los nobles rebeldes encabezados por Enrique, tuvo Pedro I que cruzar la frontera y acampar en la ciudad francesa de Burdeos. Pronto llegó a un pacto con el Príncipe de Gales -conocido como el Príncipe Negro por vestir siempre de aquel color cuando entraba en batalla-, líder de las fuerzas británicas, quien le brindó su ayuda para recuperar la corona a cambio de que Castilla respaldara a Inglaterra en su contienda contra Francia. Además del respaldo de sus leales, el Príncipe Negro reclutó tropas en Gascuña y Aquitania, mientras esperaba a su hermano, Juan de Gante, quien se trasladó al continente con sus temibles ‘longbowmen’, armados con arcos largos de gran precisión.
Frente a los movimientos de su hermanastro, Enrique de Trastámara consiguió el respaldo de la corona francesa, también interesada en la alianza con la armada castellana, que envió en su ayuda a los mercenarios del condestable Bertrand du Guesclin, enemigo acérrimo del Príncipe de Gales.
En febrero de 1367 llegó a los Pirineos el caudillo inglés al mando de 25.000 soldados, cruzó el Ebro por el puente de Logroño y atravesó la villa de Navarrete, rumbo a Nájera. Era el mismo Príncipe Negro cuyas sus hazañas han sido glosadas por Shakespeare, Dickens, Conan Doyle, Lovecraft, Greene o Follett, y llevadas al cine (‘El Príncipe Negro’, encarnado el personaje por el actor Errol Flynn) y a los videojuegos (‘Bladestorm: The Hundred Years’ War’, ‘Medieval: Total War’…).
Enfrente, las tropas de Trastámara permanecían acantonadas a la espera del enemigo, cubriéndose las espaldas con el cauce del río Najerilla. Estaban tan confiados Enrique y Guesclin en sus fuerzas, sobre todo en la caballería francesa, que ambos cometieron un grave error táctico: si no vencían en un primer embate, las posibilidades de retirada eran nulas.
«Ni quito ni pongo rey…»
Así, los jinetes galos, mercenarios armados hasta los dientes, avanzaron hacia la llanura sin miedo a la derrota, pues el espionaje había detectado que su ejército superaba al rival en miles de soldados. La contienda arrancó entre la antigua venta de Ventosa y el arroyo Henares, que fluye de sur a norte de Ventosa a Navarrete, pero la batalla se extendió por tierras de Nájera, por supuesto, y también de Huércanos, Briones, Alesón, Tricio o Manjarrés. Al igual que sucedió durante la Guerra de los Cien Años, los comandantes franceses erraron con el uso de la caballería, abatida en buena parte por los arqueros ingleses.
Muchos de los hombres de Trastámara perecieron ahogados al vadear en su huida los ríos Yalde y Najerilla, y los que no dejaron su vida en las aguas fueron acuchillados. Nájera supuso una dolorosa derrota para el pretendiente, muchos de cuyos seguidores fueron víctimas de la despiadada venganza de Pedro ‘el Cruel’, de ahí su apelativo, que volvió a ceñir la corona.
Pero poco le duró la gloria. Dos años después, tras la batalla de los Campos de Montiel, la daga de su hermanastro Enrique daba muerte a don Pedro, con la ayuda de Guesclin, que pronunció la famosa frase: «Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor».
Enrique II, el bastardo que pudo reinar -era hijo ilegítimo de Alfonso XI-, ocupó el trono entre 1369 y 1379 e implantó la dinastía de los Trastámara al frente de la Corona de Castilla. Murió en Santo Domingo de la Calzada a los 45 años, si bien su cadáver fue sucesivamente inhumado, primero en Burgos, después en Valladolid y, finalmente, en Toledo. Su corazón, sin embargo, reposa en una arqueta de madera que se encuentra en la catedral calceatense.
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