Han transcurrido casi 100 años de la inauguración y casi 52 años desde la desaparición de uno de los ferrocarriles de vía estrecha que circularon por La Rioja hasta bien entrado el siglo XX; el otro, unía Calahorra y Arnedillo. El Haro-Ezcaray comunicaba entre sí varias localidades del valle del Oja: Haro, Casalarreina, Castañares, Bañares, Santo Domingo de la Calzada, Santurde-Santurdejo, Ojacastro y Ezcaray. La longitud total de la línea era de 34 km.
Las primeras noticias sobre el establecimiento del ferrocarril entre Haro y Ezcaray, aparecieron el 20 de junio de 1891 en el diario “La Rioja”, reiteradas de nuevo en el mismo periódico, en 1898, mediante una noticia sobre el estudio de un “tranvía eléctrico” entre Haro y Ezcaray. Deberían de transcurrir 19 años hasta que una comisión de vecinos de los municipios afectados por el proyecto de ferrocarril, recurrieran en Madrid, ante Miguel Villanueva Gómez, diputado del distrito, solicitando su mediación para hacer realidad el proyecto.
En 1898 varios industriales textiles de Ezcaray, encabezados por don Benito Gandasegui, auspiciaron la implantación de este ferrocarril. El proyecto estuvo ralentizado hasta el año 1908, en que se apro-bó la Ley de Ferrocarriles Secundarios o de vía estrecha.Aquel mismo año, don José Cebada Ruiz, ingeniero de caminos redactó el proyecto del tren Haro–Ezcaray.
En el año 1913, la concesión definitiva del proyecto recae en don Nicolás de Escoriaza y Fabro, ilustre personaje aragonés con acreditada experiencia en ferrocarriles, a quien se le remató la línea, basada en un capital de construcción de 3.571.296 ptas.
Cuando se redactó el proyecto en 1908, se preveía atender a una población de 25.826 personas y se estimaban un total de 137.000 desplazamientos de viajeros al año. Otro capítulo nada desdeñable era el de las mercancías: el autor del proyecto puso gran énfasis en el mineral de hierro y cobre que podría transportarse desde las minas situadas en las aldeas de Ezcaray (lo evaluó en 179.000 Tm.), pero no tuvo en cuenta que precisamente en aquellos años se hallaban las referidas minas prácticamente en situación de quiebra.Y de hecho acabaron cerrándolas poco tiempo después, en 1910. En cuanto al transporte de productos agrarios, lo centraba fundamentalmente en los cereales, patata y remolacha, cuantificándolo en 79.000 Tm./año. En este aspecto no se desvió en excesoa de sus previsiones.
La línea atravesaba un total de 56 caminos y veredas, de los que solamente 8 disponían de paso a nivel con barrera controlada. Destacan asimismo los puentes sobre el río Tirón, en Haro y sobre el arroyo Malarriña, en Ojacastro, construidos a base de piedra de sillería, con una excelente ejecución.
El día 9 de julio de 1916 se inauguró el ferrocarril, asistiendo como máxima representación del Estado Don Miguel Villanueva y Gómez, quien desempeñaba el cargo de Presidente del Congreso de los Diputados y era asimismo diputado por la circunscripción de Haro-Santo Domingo.
Fue un día de gran júbilo para la comarca. El tren inaugural partió de Haro a las 9 de la mañana y se detuvo en todas las estaciones del trayecto. Por fin llegó el tren a Ezcaray, a las 12 del mediodía, en medio de un impresionante aguacero, dirigiéndose los invitados a la Iglesia Parroquial. Allí se ofició un Te Deum y posteriormente regresaron a la estación, donde en una improvisada tribuna pronunciaron los discursos de rigor el Alcalde de la localidad, don Arcadio Alesanco y las restantes autoridades invitadas. Después viajaron a Santo Domingo de la Calzada, donde les tenían preparado el ágape.
En los primeros años, el servicio de viajeros estuvo atendido por los denominados trenes “correo”, con vagones de madera de 1a, 2a y 3a clase y dos servicios diarios de ida y vuelta. Dichos trenes correo cubrían el recorrido entre Haro y Ezcaray en 1 hora y 34 minutos, (velocidad media = 22 km./hora). El precio del billete de 1a clase era de 0,10 ptas./km. y 0,055 el de 3a. Es decir, un viaje de Haro a Ezcaray en 3a clase costaba 1,90 ptas., lo que casi equivalía al sueldo diario de un peón o al valor de un Kg. de carne de cordero. En definitiva, un precio del transporte enormemente elevado.
Los jarreros, posiblemente, acostumbrados a ver las grandes locomotoras y trenes de vía ancha en la estación del Empalme, cuando vieron el de vía estrecha Haro-Ezcaray les pareció de juguete, una «bobadilla”, nombre con el que se conoció popularmente a este tren entre los de la zona.
En los llamados años del “estraperlo” (1940- 1948) pareció resurgir este ferrocarril, ya que muchas personas acudían desde toda la provincia para adquirir los sabrosos productos de la zona, ante la escasez de alimentos. Después se produjo un estrepitoso declive, a pesar de que en el año 1956 la Diputación Provincial quiso retomar la idea de convertir la vía en ancho normal, para que el enlace en Haro fuera el idóneo. No se consiguió, por falta de recursos económicos, a pesar del decidido apoyo de los Alcaldes. El final estaba próximo.
En 1962, tras muchos años de pérdidas, la Compañía presenta solicitud de suspensión de pagos en un Juzgado de Zaragoza, y más tarde –en el año 1963– en un Consejo de ministros presidido por Franco, se desestimó el Plan de Modernización propuesto por dicha Compañía. La sentencia de muerte estaba dictada, y los potenciales viajeros ya optaban decididamente por los medios de transporte por carretera (Empresas “López”, “Unión Alavesa”, etc.).
El 16 de enero de 1964, el ferrocarril de Haro –Ezcaray prestó su último servicio al público, después de 47 años y medio de vida. No pudo competir con los otros medios de transporte, ni asumir los impresionantes costes que suponía el trasbordo de mercancías en la estación de Haro– Empalme hacia los trenes de RENFE. Sus viejas locomotoras aguantaron gallardamente hasta su desguace de nitivo en los años 70. Poco antes de su desaparición, en el año 1962, daba empleo a 80 trabajadores. En el año 1948, tenía 101 personas en nómina.
Aún nos quedan los vestigios de algunas estaciones, como recuerdo. También la caja de la vía, que sirve para que los paseantes disfruten con las bellezas del paisaje merced a la denominada “Vía Verde del Oja”, dignamente acondicionada, y que constituye un aliciente más para los numerosos visitantes que acuden a esta sin par comarca riojalteña.
En los dos últimos años, con motivo del rodaje de la serie de televisión «Olmos y robles», que discurre por tierras riojanas y de manera especial en Ezcaray, la antigua estación ha servido como casa de la guardia civil y los antiguos raíles han dado paso a los platós de rodaje,…
Para profundizar en esta parte de la historia os recomiendo el artículo de J.L. Agustín Tello, de donde está sacada casi toda la información recogida aquí: Tren de Haro a Ezcaray