Situado a unos dos kilómetros de Haro, dirección Briñas, se encuentra el puente llamado de Briñas, sobre el río Ebro.
Se trata uno de los pocos puentes medievales que aún hoy atraviesan el cauce del río y que conservan partes de la época.
El río, los viñedos, los chopos,… hacen del conjunto un entorno privilegiado.
Es probable que su primera construcción date del s.XI, durante el reinado de Sancho III de Navarra, aunque los restos actuales son del s. XVI.
El puente de Briñas está realizado en piedra sillar muy bien labrado. Cuenta con siete ojos en forma de arcos apuntados y de medio punto, con diferente luz y seis machones, con forma de proa por un lado y restos por el otro.
Toda la estructura se remata con un pretil que recorre el puente.
Un buen punto de parada entre dos de los recorridos más interesantes de la Rioja Alta, Haro y Briñas; este último ya en la Sonsierra.
El pisado de la uva, una tradición a punto de extinguirse.
Recuerdan los lugareños de mediana y de avanzada edad que años atrás la vendimia se realizaba totalmente a mano, con aquellas tijeras que hoy se ven más para cuidar setos que para robar los racimos de uva a los poderosos sarmientos.
Eran esos tiempos en los que se agrupaban los racimos para su traslado en unos cubos altos de madera, como los de las cubas, donde se agolpaban hasta llegar al lago de cada casa, donde se iban echando, uno tras otro, hasta quedar casi lleno.
Y una vez allí, los hombres, agrupados por parejas, se subían encima de la montaña de racimos y, sujetándose por los hombros, comenzaban una especie de baile, subiendo y bajando las piernas de manera alternativa, para ir exprimiendo el sagrado manjar de los racimos y sacando el vino primigenio, que se iba recogiendo más abajo.
Este último paso es el que representa esta estatua que te encuentras a la entrada de Haro, para muchos la capital del vino de Rioja, si accedes desde la carretera de Casalarreina.
Recordando la tradición. Porque el que no sabe de donde viene, no sabe a dónde va.