Me ha pasado en varias ocasiones que al volver a una ciudad o incluso a un pueblo, encuentras rincones desconocidos, edificios que se te habían pasado por alto, oficios sin descubrir,… incluso en la mismísima ciudad en la que vivo.
¿Os ha pasado lo mismo a vosotros?.
Esto es lo que me pasó no hace mucho en Sajazarra, en la Rioja Alta. Este pueblo es famoso por su castillo, en el centro del pueblo y junto a la iglesia. Excepcionalmente bien conservado, es propiedad particular y no es posible su visita. La consecuencia es clara: paseas por el pueblo, quizás visitas las iglesia, fotografías las dos manos que salen de edificios muy próximos pero separados por una calle minúscula,…
Quizás rodeas el castillo,… y así se suele acabar la visita.
En esta última visita se me ocurrió subir por la cuesta que da acceso a la bodega que lleva el nombre de «castillo de Sajazarra» y tras dejarla atrás, cogiendo el camino de la derecha, que conduce a la iglesia, por fuera del pueblo, tenemos una preciosa vista a la derecha del castillo con los jardines que le anteceden y a la izquierda un mar de viñas con el monte Toloño al fondo.
Resulta inicialmente un poco curioso el descubrir que brotan tres chimeneas del suelo. Pero todo tiene su explicación.
Es frecuente en La Rioja que las bodegas particulares se encuentren bajo tierra, para un mejor mantenimiento de la temperatura a la que van envejeciendo los caldos de la zona. Y ello se consigue hacia el subsuelo u horadando la montaña. Este es el caso del barrio de las bodegas de Rodezno, donde está tomada la foto. Separado del pueblo, se va ascendiendo desde la fuente del pueblo y en diferentes niveles se ven las entradas a las bodegas, y desde allí se sumergen en la montaña.
La zona de comedor, que suele formar parte de las bodegas familiares, requiere una chimenea y su tito debe salir al exterior, ascendiendo por el interior de la montaña, hasta aparecer en la superficie superior.