En el suroeste de Francia encontramos una ciudad no muy grande (80.000 habs), capital del Departamento de Pirineos Atlánticos, dentro de la región de Aquitania.
Es una ciudad rica en historia, sede de de reyes,… y con un presente pujante.
He tenido la suerte de haber ido su evolución en los últimos 30 años y debo decir que ha sido espectacular, ganando espacio a calles otrora oscuras y con nulo encanto. Hoy es el día que permite disfrutar de un amplio espacio entre el castillo palacio y la plaza Clemenceau, con calles peatonales, plazas bien cuidadas, tiendas por doquier,… espacios para la gente.
Y se ve disfrutar a la gente. He estado esta semana un martes y los restaurantes llenos, las tiendas a hacer el agosto en julio con las rebajas, la gente llenando las terrazas,…
La verdad es que me produce una envidia sana lo que han sabido conseguir a partir de una ciudad fuera de los circuitos habituales de turistas, con la proximidad de España como reclamo pero con un montón de iniciativas para todos los públicos que hace que merezca la pena recorrer los 85 km que la separan de la frontera.
Enhorabuena Pau por un trabajo bien hecho a lo largo de los años.
Pau is a French city in the southwest of the country.
It is the capital of the department of Pyrenees-Atlantiques, in the Aquitaine region.
Pau is full of fascinating stories, riding on both sides of the Pyrenees, as Navarra kingdom itself, with the first wars of religion in France, …
In the last years it has carried out an important work of rehabilitation, not only of the castle, but of the main monuments too, as well as pedestrianizing a good part of its old town, between the aforementioned royal castle until Clemenceau square, dominated by the Lafayette warehouses. It´ll be under renovation until September.
If you join it is a very important university center, which fills everything with joy and youth, makes it a highly recommended visit if you fall through that part of the south of France.
Te asomas a las ventanas del castillo de Pau que dan a la ciudad.Por el resto de las alas del castillo hay profundos desniveles que nos hablan de otra época en la que la defensa era un factor importante y el baluarte de la ciudad era su castillo.
Y lo que ves, afortunadamente, no son altos edificios de hormigón, ni el restaurante de comida rápida de turno, ni grandes avenidas de muchos carriles. Lo que ves son las casas que probablemente estaban ya allí cuando comenzaron las obras del castillo.
Soñando el pasado
Seguro que los antepasados de los actuales moradores vieron llegar a los diferentes gremios constructores, desde los picapedreros a los carpinteros y poco a poco vieron cómo subía la estructura del pequeño pero coqueto castillo en este extremo de la localidad.
Y una vez acabadas las obras, día tras día, vieron otros gremios que vestían por dentro las estancias del castillo. Los había de toda condición, desde los elegantes comerciantes en telas de Flandes hasta los plateros venidos de Burdeos. Y los mejores jardineros de la zona, que afanosamente colocaban las flores para que desde lo alto del castillo se apreciaran las iniciales del rey.
Así hasta que un día, su graciosa majestad, acompañado de su amada esposa, entró por el lateral en su carroza, precedido por su guardia y cruzó el umbral, parando junto al pozo y dándose la vuelta para saludar a la multitud que se agolpaba más allá del foso y que comenzó a chillar enfervorizadamente.
Un poco cansado del viaje, el monarca subió cansadamente a sus dependencias, convenientemente caldeadas con anterioridad por la servidumbre, se descalzó de sus zapatos nuevos encargados para la ocasión en París y abrió la ventana… y voilá. Esto es lo que vió.