Llevaba tiempo queriendo hablar de este rincón en un valle lateral del valle de Tena. Y si no lo he hecho antes es por una mezcla de nostalgia y tristeza al ver en lo que se ha convertido. Pero hagamos un poco de historia.
El camino que unía Caesaraugusta y Osca con la Galia remontando el cauce del río Gállego, pasaba muy cerquita de unas aguas termales usadas por los autóctonos. Fue suficiente para que los romanos las comenzaran a usar.
Las invasiones bárbaras los dejaron en el olvido hasta que a finales del s. XVII se vuelve a tener referencia. En 1693, los jurados del Quiñón de Panticosa, (propietarios de los baños) firmaban un contrato con los albañiles de Lanuza para construir en un año la primera casa de los Baños. El Quiñón se hacía cargo de los gastos. La construcción de este primer edificio, reflejaba sin duda la importancia que iba adquiriendo la actividad Balnearia de Panticosa. Al final de la última década del siglo XVIII, el Balneario conoce un cierto auge y provoca en algunas autoridades una gran preocupación por su estado y su futuro. A final de 1826 Fernando VII optó por la concesión de los Baños.
Nicolás Guallart, rico hacendado de Bubal, había enviado al Rey Fernando VII un escrito explicando el deplorable estado de los Baños de Panticosa y ofreciéndose a acondicionarlos. En1826, Fernando VII expropia las instalaciones, obligando al Quiñón a ceder el privilegio de explotación de las aguas medicinales y su radio a Nicolás Guallart. Las condiciones de explotación incluían el pago anual de un canon en metálico al Quiñón y un número de plazas gratuitas a sus habitantes. Entre 1827 y 1844, Guallart construye el núcleo del Balneario (ocho edificaciones), y él y sus sucesores continúan con la explotación hasta 1899.
El Balneario de Panticosa se convirtió, a lo largo del siglo XIX, en uno de los mayores y prestigiosos de España, configurándose como villa balnearia capaz de albergar a mas de mil quinientas personas (capacidad asombrosa para las dimensiones que los centros turísticos tenían en aquellas fechas). Esta oferta de alojamiento era incluso mayor que la de Santander o San Sebastián.
Los edificios construidos eran típicamente balnearios, con hoteles, villas y servicios varios que lo dotaron de una cierta organización interna y autónoma. De arquitectura de montaña con influencias francesas, la estética y el porte del Balneario, en su conjunto era de autentico lujo, que supieron apreciar muy bien los personajes mas ilustres de la época y los representantes de la alta burguesía aragonesa, catalana, vasca y de Madrid.
Su máximo esplendor social y económico tuvo lugar entre finales del SXIX y principios del SXX.
Con el paso de los años, las instalaciones que maravillaron a sus primeros veraneantes fueron volviéndose anticuadas, pero como a las personas a las que se quiere, se lo perdonábamos todo. Como contrapartida se disfrutaba de un sitio con el encanto de lo decadente, no solo en los edificios o en la decoración, sino también en el servicio, vestido y con modales de otra época. En una sala se tomaba chocolate con loza del s.XIX y en la de al lado se veía un piano de cola con unos orejeros de los que disfrutaba Ramón y Cajal en sus estancias en el balneario.
Y así llegamos al año 2000, en el que las instalaciones fueron adquiridas por el «Grupo NOZAR» para llevar a cabo la rehabilitación integral del conjunto y su posterior explotación termal, rebautizado como Panticosa Resort. Las intervenciones llevadas a cabo, no muy conservadoras con el paisaje y el patrimonio arquitectónico original, han transformado la fisionomía del conjunto y han provocado numerosas críticas.
La crisis económica supuso el cierre temporal del Gran Hotel en 2008 y una serie de problemas de diversa índole, llegando incluso a afectar al grupo propietario, dejando el aparcamiento diseñado por Moneo sin concluir pero con un desmonte brutal y hormigón al cuadrado y algunos restos dispersos de la obra inconclusa, en especial junto a la casa de piedra del final del balneario.
Como es mi blog daré mi opinión: probablemente se podía haber sido un poco menos ambicioso en el proyecto y un poco más respetuoso con la historia y en el entorno. Así hoy no estaría tan en precario. Con mucho encanto, con un entorno sin igual, pero en precario.
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