Los miradores acristalados suponen la búsqueda eterna de la luz.
En esos fríos de invierno, cuando el frío aprieta, la noche ha dejado temperaturas bajo cero y el día se despereza lentamente, a la conquista de nuevos retos, los miradores son una invitación a luz y con ella al calor, a que entre en los hogares y que se quede allí, dando vida y ánimo al interior.
Aunque los mas famosos miradores acristalados de España se pueden apreciar probablemente en el la costa cantábrica (La Coruña, Santander,…), los podemos encontrar en cualquier parte de nuestra geografía.
Castilla en general y Soria en particular no son la excepción y, aunque estos miradores disfruten e muchas menos horas de luz al año, hacen la gloria de los ciudadanos que disfrutan de uno de ellos en su casa.
Allí donde el sol calienta durante unas buenas horas al día, allí habrá un mirador, con cristales y cristales.
Los dueños de los miradores
Debido a que son el lugar donde la abuela cose y mira a la calle, a ver si pasa la vecina, o si el castañero ha llegado ya a su puesto o si el funcionario de Correos ha pasado ya por la calle. Buena parte de su vida ha transcurrido allí.
Es el lugar donde el planchador oficial de la familia, o al que le toca ese día, le gusta llevar a cabo su trabajo, con buena luz y… con vistas. Allí las camisas salen mejor y los vestidos no cogen arrugas.
Y es donde el nieto hace los deberes, siempre que no está ocupado, que «la luz natural es lo mejor que hay para la vista».
Es, en resumen, una bendición del cielo, que a todos gusta y por el que sacan los dientes si con ello se quedan con él.