Con los años, o al menos esa es mi experiencia, te van gustando menos los grandes perifollos, la decoración sobrecargada, el barroco,… y te vas volviendo más minimalista, más zen, más paz armónica sin elementos superfluos.
En la naturaleza pasa lo mismo, un jardín francés, con mil detalles, va dejando paso a un jardín inglés, casi irreconocible respecto a un paisaje salvaje.
Una flor aislada es el mejor ejemplo de perfección simple, sin añadidos, sin extras,… Nada más que una flor.