Somos un país muy dado a crear grandes infraestructuras y luego no querer o no poder dotarlas de contenido. Es una lástima porque supone grandes inversiones, con grandes deudas, grandes intereses,… y en ocasiones, poco, muy poco rendimiento para la población. Cuando no tenemos la infraestructura de turno, nos quejamos por su carencia y si la conseguimos, no somos capaces de sacarles el máximo contenido y mucho menos de que los de alrededor la disfruten.
No se si relacionado con lo anterior, causa o consecuencia, o en paralelo, la España de las autonomías ha conllevado que cada aldea aspire a tener de todo, sin preguntarse previamente si ello es lo mejor para los moradores de la aldea. Este aspecto se aprecia en sanidad, universidades,… y por supuesto, también en infraestructuras. En el camino se pierden oportunidades, habilidades, masa crítica,…
No sé en qué momento se perdió el sentimiento de globalidad como España, no soy un experto en estos temas. Quizás nunca existió, pero si bien tengo claro que la descentralización en sí es buena en lo que tiene de acercar la toma de decisiones al foco del problema, la falta de coordinación es un mal demoledor para todas y cada una de las «aldeas».
