Uno viaja todo lo que puede o un poco más y siempre menos de lo que deseara. Ves muchas cosas bonitas, algunas preciosas y de vez en cuando un rincón único.
Este que os muestro es uno de ellos, sobre un acantilado en Cinque Terre, una mesa única, separada del resto del comedor, solo el mar por escenario enfrente de la vista. Y el atardecer que avanza, debutando un blanco frío, muy frío,…
El resto lo pones tú.