Se trata de un restaurante peculiar, en el pueblecito de Sorzano, a 17 km de Logroño, dirección a Soria. Y es peculiar porque abre solo los fines de semana, consta de no más de 25 plazas y el acceso es a través de un bar siempre repleto de gente dispuesta a disfrutar de los magníficos pinchos y tapas que se agolpan en la barra y bajo demanda.
Una vez que cruzas el umbral de acceso a la zona de restaurante todo cambia: minimalismo rústico y lo que es mucho más importante cocina minimalista (pero con suficientes raciones), apoyada en productos de temporada, tratados primorosamente y con una relación calidad/precio excelente.
La carta de vinos no es muy extensa pero está bien elegida.
Sin dudas muy recomendable.