Cracovia enamora.
Si tuviera que elegir una ciudad de mi reciente baile, sin dudarlo elegiría Cracovia.
Y es que Cracovia enamora. Y una de las causas de ese amor a primer vistazo ( o al primer mordisco) es la fábrica de Oscar Schindler, Oskar Schindler’s Enamel Factory. Sí, la de la película .
A lo largo de los años he visitado decenas, probablemente cientos de museos, cada vez menos. Pero este me ha resultado especial. Lo que fue la fábrica durante la Segunda Guerra Mundial es hoy un museo interactivo, muy bien diseñado, lleno de detalles, de testimonios, de recuerdos,… que te hacen sumergirte en la realidad de aquellos años.
Y te encuentras sumergido en mitad del gueto, o viajando en el tranvía que pasaba de un lado a otro del muro o en la estación nazi de Cracovia,…
Y oyes de las personas que vivieron aquello, cómo era el día a día, su lucha por la vida, sus miserias, sus pequeños grandes triunfos,… en unos videos insuperables.
Una magnífica visita.
Un consejo doble que es único: sacar la entrada por internet y/o acudir a primera hora. Se evitan muchas filas. Además el aforo es limitado.
Está a las afueras pero se puede llegar andando perfectamente desde el centro.
A la vuelta pasamos por el barrio judío, lleno de vida. Qué contradicción, ¿no?.