Todos tenemos la tendencia, al menos los primeros días, de probar la comida local cuando se va a visitar un país o una ciudad nuevas.
La estancia en Berlín no iba a ser la excepción y después de consultar mil páginas en internet, me decidí a pedir consejo en el hotel . Muy amablemente nos recomendaron varios, uno de ellos cerca de la Alexander Platz.
Su nombre es Mutter Hoppe y está en el barrio de Nicolás, el espacio anexo a la Alexander Platz, rehabilitado tras los bombardeos de la segunda guerra mundial con la apariencia de antaño. No con gran éxito debo decir, pero de noche, «todos los gatos son pardos» así que debo admitir que tenía su encanto.
Hay mesas en una terraza exterior, comedor interior y un comedor subterráneo con diferentes espacios aislados y con mucho encanto. Siguiendo el consejo del experto, cenamos en el sótano.
Una comida muy alemana y muy rica. Y lo que es más importante , sin postoperatorio la mañana siguiente.
Amable servicio, un solo camarero pero servicial y sonriente. Tampoco se piden milagros.
En resumen, una buena opción, que te permitirá pasar un rato agradable, sin molestar ni ser molestado y muy céntrico. A tener en cuenta.
Ah, se me olvidaba, el precio excelente.