Recientemente le preguntaron al futbolista Ibrahimovic si creía en Dios. El contestó que cómo no iba a creer en él si lo veía cada mañana al asearse. Esta semana compró una iglesia en Estocolmo para seguir con su ensoñación.
Michael Jackson no era Dios, probablemente tampoco lo creía, pero indudablemente sí era el rey del Pop. Han pasado más de seis años de su muerte y sigue siendo el principio del pop tal y como se entiende hoy en día.