Dicen que cuando se empiezan a ver las ardillas por los frondosos bosques es que la primavera ha llegado.
Y es que este simpático roedor cae bien a todo el mundo y supone motivo de regocijo cuando en mitad de una excursión familiar se descubre una saltando de árbol en árbol, huyendo de la mirada osada del niño travieso que la persigue.