En esta parte de Europa son frecuentes los lagos glaciares que permiten coger un barquito, dar una vuelta por el lago y ver las mansiones, algunas convertidas en hoteles, engullidos por abetos haciéndolos casi inaccesibles a simple vista.
Las vistas de las montañas que lo rodean son preciosas.
No hay que dejar de callejear por el pueblo. Aunque quizás demasiado preparado para los turistas, tiene su encanto.
No lejos quedan Friburgo o el Europa Park, el mayor parque de atracciones de Europa, pero esa ya es otra historia.