Es sin duda el monumento más emblemático de Lérida.
Como en el resto de Cataluña, el gótico no llegó hasta el s. XIII, por lo que se aprecia un estilo románico con las dimensiones del gótico, siendo una transición románico gótica especial.
El claustro es magnífico (s. XIII y XIV) y presenta dos peculiaridades: posee una galería mirador sobre la ciudad y además está concebido como antesala de la catedral y no como una dependencia colateral.
La catedral fue terminada en el s. XV, con la construcción del campanario y la puerta de los Apóstoles.
A principios del s. XVIII y debido a su importante posición estratégica, se convirtió en cuartel militar, no volviendo a desempeñar funciones religiosas.
Aunque ha pasado por momentos de gran abandono, el traslado de los oficios religiosos ha permitido que se conserve el estilo original sin añadidos posteriores de otros estilos.