La Rioja, la región de España en la que vivo, ha sido siempre, tierra de transición, entre íberos y celtas, entre Navarra y Castilla, entre el País Vasco y el resto de España… Punto de encuentro de los diferentes caminos de Santiago, tierra fértil y próspera, conocida por sus vinos y porque aquí se escribieron los primeros textos en castellano y en euskera.
Desde que en diciembre de 1812 se reunieron en Santa Coloma los Comisionados de 59 pueblos, solicitando la reunificación de La Rioja en una provincia, enviando la demanda a las Cortes de Cádiz, fueron varias las vicisitudes hasta que se constituyó la provincia de Logroño con los límites actuales, en 1833. A pesar del éxito aparente de las reivindicaciones para la unificación de la región riojana en un mismo marco administrativo provincial que llevaban produciéndose desde décadas atrás, algunos pequéños territorios históricamente considerados riojanos quedaron incluidos en Soria, Álava y Burgos, a diferencia de lo que había sucedido en la división de 1822, que los integraba. Dos de estos territorios excluidos de la provincia de Logroño aún hoy, en el siglo XXI, conservan nominalmente su condición riojana (Rioja Alavesa y Riojilla Burgalesa).
En 1980 se recuperó el nombre de La Rioja para la provincia, hasta entonces de Logroño. Y en 1982 se separó de Castilla, para constituirse en la más pequeña de las Comunidades Autónomas de España
Geográficamente está dividida por siete ríos que descienden desde la montaña hacia el Ebro, el cual vertebra la región, es por ello que a La Rioja le dicen: «la de los siete valles». El área norte, la de valle, presenta un clima mediterráneo y la zona sur, la montañosa, uno más húmedo y continental.
La foto en cuestión corresponde a esta zona de monte bajo, al sur de la Comunidad, nada que ver con las amplias zonas de viñedos y de fértiles valles, pero también es La Rioja.