Desde pequeño, uno de mis sueños imposibles ha sido la idea de viajar en el tiempo. No tanto para presenciar los grandes acontecimientos de la Historia, con mayúsculas, como para poder perderte en el día a día de lugares, personas, circunstancias,…
Ha sido una idea redundante, que vuelve a mí cada vez que visito un castillo, una iglesia,… o que simplemente, como en el caso de la fotografía, una casa anónima, que conozco desde hace muchos años y siempre ha estado cerrada a cal y canto. Y así durante muchos, muchos años.
Qué anécdotas, vivencias, amores, intrigas, creencias,… habrán pasado al otro lado de la puerta verde. ¿Quién la construyó y qué sueños había detrás de esa construcción?, ¿Quién sería el último que llamó al pomo?, ¿Quién fué el último en asomarse a una de sus ventanas…verdes?. ¿Qué sintió la última persona que salió de la casa, quizás con la idea de volver…o no?.
Y me imagino cuan emocionante sería el poder asistir a la película de la casa verde, mucho más interesante seguro que muchas de las películas que nos invaden cada día con más marketing que historia.
Esas pequeñas historias que nunca conoceré son de verdad Historia. olo que nunca llegarán a ser conocidas.