Tuve la ocasión el pasado mes de Septiembre de ver en Cádiz las esculturas del ilustre inglés de Yorkshire Henry Moore.
Me llamaron la atención, de hecho escribí aquí sobre lo impresionantes que resultaban, con el fondo de la catedral de Cádiz, en una antítesis que terminaba en síntesis a partir de dos tesis opuestas de arte barroco y modernista.
Por eso resulta curioso, como nos enseña la Filosofía, que si se cambia una de las tesis, la síntesis cambia por completo.
Y es lo que pasa con la obra de Moore, curiosamente, con otra catedral de fondo, la de Logroño, pero en un día lluvioso de los que desconocen en las tierras gaditanas y con los tonos del fin del otoño salpicando los árboles de la plaza del Mercado.
Se pierde luz, es cierto, pero se ganan sutiles gotas sobre la lisa obra, se ganan tonos ocres,…
Decididamente, Hegel tenía razón.