La estación internacional de Canfranc es muy singular.
Cuando uno va por la carretera de Jaca hacia la frontera de Somport, en el Pirineo aragonés, camino de las ciudades francesas de Oloron Sainte Marie o de Pau, ya te llama la atención que hay dos pueblos que se llaman igual: Canfranc.
Preguntando, preguntando, te cuentan la explicación.
El pueblo primero según asciendes hacia la frontera, Canfranc, es el antiguo, el de toda la vida.Pequeño, poco cuidado, con casas de mucho tiempo atrás.
El segundo Canfranc, conocido como Canfranc estación, coge su nombre de la estación de ferrocarril que se construyó allí a principios del siglo XX. El pequeño enclave, separado del pueblo, en un afán de acercarlo a la frontera y de disponer de espacio para las grandes estructuras que allí se iban a construir.
Y así sucedió.
Tras un cuarto de siglo de proyectos, modificados y obras, se inauguró en 1928, con la presencia del rey de España Alfonso XIII y el Presidente de la República de Francia, Gaston Doumergue.
Las dimensiones son apabullantes, Parece más un palacio o una estación de gran capital que lo que es, o incluso lo que fue.
En septiembre de 1931, sufrió daños importantes debido a un incendio que se inició en el vestíbulo y que luego se propagó a la biblioteca destruyendo en su totalidad el restaurante de la estación y afectando a la techumbre de madera.5
Durante la Guerra Civil Española pasó a ser controlada por el ejército franquista, siendo tapiado el túnel que la unía con Francia para evitar cualquier tipo de penetración desde el país vecino.
Entre 1940 y 1944, la Segunda Guerra Mundial, supuso su cierre al tráfico de viajeros y la llegada del ejército nazi a la parte francesa de la estación. Por Canfranc transitaron los trenes que transportaban el wolframio que Alemania empleaba para reforzar el acero de sus tanques. A cambio, toneladas de oro que venían de Suiza entraban en España.
Hoy en día
En 1970 se cerró el tráfico internacional tras el derrumbe del puente de L’ Estanguet fruto del descarrilamiento de un tren de mercancías francés.
Debido a ello, se generó una drástica reducción del tráfico ferroviario y marcó el inicio de su decadencia.
Tras muchos años de lenta agonía y de muchos esfuerzos de los pobladores del Valle del Aragón, en los últimos años se ha comenzado a rehabilitar y se sueña con la reapertura de la línea en la parte francesa, que lentamente pero se va acometiendo.