Llegas y ya te vas. O hace mucho que te fuiste y, por fin, estás de nuevo aquí. O quizás solo sea un pretexto para recostarnos en cualquier lugar y volver a marcar ese territorio nuestro al que no queremos conceder la más mínima tregua. No lo sé. Sea como sea, el caso es que nada nos impide que podamos besarnos una y otra vez sin saber a ciencia cierta dónde acaba un beso y dónde empieza el otro, cuál se nos antojará tierno y cuál lascivo, cuál fue el primero y dónde quedará el último, sin entender todavía el porqué de tantas cosas… No siento la lluvia, ni sé si llueve o si estará ya lloviendo sobre mojado. Tampoco me importa. Solo sé que, si te siento muy cerca, mi cuerpo se estremece y quiere más. Y en éstas sigo, descubriendo cada día contigo el pulso de nuestra historia, habitándola de caricias y palabras, de promesas y esperanzas, de realidades y sueños. Y solo porque me abrazas así quiero seguir viviendo en ti como si ya no existiera otro refugio en el mundo donde guarecerme. Y solo porque me besas así me siento una diosa encumbrada en cualquier rincón del universo.
Telma