Hay un café en la plaza de Pombo de Santander que lleva el mismo nombre y que permite, según se cruce el umbral de la puerta o quedarse en la terraza de dos placeres: en el interior disfrutar de uno de esos cafés con aire del s. XIX, con camareros vestidos como en los años sesenta y donde se puede degustar un buen café. O por el contrario disfrutar de la agradable temperatura del exterior mientras los niños juegan en la plaza y si tienes suerte ver enfrente el mar. Dos delicias al precio de una-.