El concepto de belleza es subjetivo. Sin embargo, desde que a principios del s.XIII, el matemático que da nombre a la sucesión la presentara en Pisa, se ha aplicado para múltiples y muy variados fines: desde la cría de conejos, para la que fue creada, hasta para conseguir el canon de equilibrio y belleza.
La sucesión comienza con los números 1 y 1. A partir de estos, «cada término es la suma de los dos anteriores», en la relación de recurrencia que la define: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377,…
De la Sucesión de Fibonacci resulta la Proporción Áurea, una retícula empleada en multitud de composiciones gráfico-plásticas, entre las que se encuentran el diseño, la pintura y por supuesto la fotografía.
Este sistema de proporción propone que los elementos de mayor importancia se compongan siempre lo más cerca posible del punto al que converge la espiral, y disponer toda la información en relación al resto de la línea mientras ésta se amplia, de forma que el resultado final es muy armonioso y proporcionado, con mucho aire y espacio para que el espectador respire mientras observa el resultado.
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