Pimientos de Padrón. Unos pican y otros non.

A la playa de Leire, en la costa d ella muerte (a costa da morte) no se llega por casualidad. Hay que ir, buscándola.

Y la verdad es que merece la pena. Una pequeña playa, pegada a la montaña repleta de eucaliptos, un restaurante un poco elevado sin lujos pero con una magnífica materia prima bien elaborada y unas vistas que quitan el hipo.

El días que estuve lloviznaba (orvallaba) casi no había gente y el conjunto transmitía una paz maravillosa. Una paz junto al mar imposible de conseguir en el Mediterráneo y que quizás este año, justo a la salida del confinamiento del coronavirus, lo ha hecho más acentuado.

No dudéis en perderos. Merece la pena y muy mucho

Espesura. ¿Dónde están las meigas?

Y más allá, nada

Rural

Historia viva

Caminante, sí hay camino. Pero se hace al andar.

Tradición

La belleza de lo rural

En mitad de la espesura

Posando para la posteridad

Mercadillo callejero

Mercado Central de Valencia

Sant Jaume

Arte efímero

Preparando viaje a Galicia