Oír un concierto de órgano es auténtica música celestial. Y hacerlo en la iglesia de Santo Tomás de Haro no es una excepción.
No soy muy aficionado a la música sacra. De hecho soy un auténtico neófito. Pero en varias ocasiones he tenido ocasión de oír partes de conciertos en iglesias o en catedrales y es una auténtica maravilla.
Esos órganos son auténticas piezas de museos, pero que arrancan acordes maravillosos, con una cúbica mejor que la de cualquier ópera de una gran ciudad.
Será por las melodías, o por la especial acústica de los edificios o porque al estar en un edificio religioso se facilitan esas sensaciones…
Sea como fuere, se trata de auténtica música celestial.