Un rincón de la Historia de La Rioja: lo que se encontraron los romanos

Cuando los romanos llegan a La Rioja, allá por el año 190 a.C., se encuentran una serie de pueblos, formando un mosaico de tribus de nombres diferentes, sin organización política entre sí que indicara la existencia de un estado o una estructura jerárquica integradora, pero que tenían en común la lengua celta y un conjunto de creencias. Estos pueblos habían llegado a estas tierras 800 años antes, provenientes del Norte.
Mayoritariamente se reconocían como berones y ocupaban casi todo el territorio actual riojano, salvo el Sur de la actual Comunidad Autónoma, celtíbera: en los valle altos del Najerilla (pelendones) y Alhama (arévacos).
Los berones opusieron poca resistencia, al igual que otros pueblos limítrofes como los vascones, pero los pueblos celtíberos fueron mucho más reacios a la invasión romana y la conquista de Contrebia Leukade fue muy laboriosa.
Roma impregnó todos los estratos de la población y en pocos años un nuevo orden se extendía por toda la Rioja, asumiendo apenas parte de la toponimia, costumbres,… pero esa es ya otra parte de nuestra Historia.

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Un rincón de la historia de La Rioja: Iglesia de San Bartolomé.

Dedicada al patrón de los curtidores. No en vano, san Bartolomé fue desollado vivo.

Es la más antigua de las que se conservan en Logroño. Se remonta a finales del s. XII, con un románico en su apogeo y a punto de dar paso al gótico del s. XIII. Fue creada adosada a la muralla de la que su cabecera del templo formaba parte. Quizás para el ábside principal se utilizó uno de los cubos de la muralla.

La vistosa portada gótica, del siglo XIV aunque con ciertas reminiscencias románicas, junto con la torre, es uno de los elementos más destacables de este templo.

Durante el cerco del ejército francés en 1521, la torre custodiaba la puerta de Herbentia, cerca del antiguo ayuntamiento. Fue atacada por la artillería enemiga, sufriendo importantes desperfectos.

Años después, ya en el s. XVI, se reconstruye en ladrillo la parte superior, en estilo mudéjar, con influencias aragonesas y dotándola de mayor altura.

Durante la primera guerra civil carlista se ubicaba en la torre el telégrafo óptico.

Durante la desamortización, en el siglo XIX, fue usada como almacén para madera y como carbonera. También desaparecen todas las obras de arte que pudiera haber a excepción de los féretros tallados en piedra de estilo gótico.

Tuvo otros usos como hospital militar, parque, taller, cuadra… y a mediados del s. XIX se pensó en derribarla para construir con su piedra un teatro en el lugar en el que estaba el palacio episcopal (actualmente se encuentra en este lugar el mercado de abastos). Afortunadamente se salvó y hoy en día vuelve a ser de culto.

Un rincón de la Historia de La Rioja: castillo de Davalillo

Está ubicado en lo alto de un cerro que es bordeado por un amplio meandro del río Ebro por sus flancos norte y este y a una distancia de unos 5 kilómetros de la localidad de San Asensio, siendo uno de los puntos de observación más recomendables de la Rioja Alta.

El emplazamiento es estratégico ya que desde esta altura se divisa las tierras de la Sonsierra y de la Rioja Alta. Junto al castillo de Briones servía para proteger las tierras riojanas de los ataques navarros que entraban por el puente fortificado de San Vicente de la Sonsierra.

Probablemente la construcción del castillo tuvo lugar durante el reinado de Alfonso VIII, a finales del s.XII, principios del XIII, para mejorar la línea de defensa del frente de Navarra, en momentos de tensión fronteriza. El castillo se construyó con posterioridad a 1177 porque no figura en esta fecha entre los mencionados por Sancho VII en la relación de castillos fronterizos realizada por Sancho VI, a petición del Parlamento inglés, como inventario previo al laudo entre Castilla y Navarra.

Bajo su puerta principal y al mediodía se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Davalillo, que debió ser la iglesia parroquial del primitivo poblado del mismo nombre, anterior al s. XI y del que no quedan más que algunas piedras. Sin embargo, fue Alfonso X quien transformó Davalillo en un poblado de cierta importancia, al donarle, durante el siglo XIII, el lugar de San Asensio para que lo poblasen sus vecinos.

El castillo es de forma heptagonal, reforzado con torres redondas en los esquinas y levantado en piedra de sillería. La torre del homenaje, en el extraemo oriental, es de planta rectangular que en la parte baja se remata en un gran cubo redondo para albergar la capilla románica. La muralla está en buen estado aunque haya perdido sus almenas. La puerta principal de la fortaleza está flanqueada por dos torres huecas con elementos de defensa. Podemos suponer, en el patio interior de la fortaleza, la existencia de construcciones complementarias y de abastecimiento para la vida ordinaria de la guarnición.

Después de la guerra entre Pedro I y Enrique II, al fragmentarse La Rioja en señoríos, se iniciaría la progresiva decadencia de Davalillo.

Un rincón de la Historia de La Rioja: Monasterio de Suso

Suso del latín sursum significa “arriba”. Juanto a su hermano de Yuso (abajo), Patrimonio de la Humanidad desde 1997.

La iniciación como ermitaño la comenzó San Millán con otro eremita llamado Félix, y con quien estaría tres años en los Riscos de Bilibio próximos a Haro. Tras años de párroco en Berceo, marchó a refugiarse en los montes Distercios o Cogollanos, en las llamadas cuevas de Aidillo, rincón escondido en el que levantaría altares y donde vivió 40 años en soledad.

Rápidamente se le unieron otros clérigos: Aselo, Cotonato, Geroncio, Sofronio, etc., incluso una mujer llamada Potamia, venida de Narbona. Este grupo se iría incrementándo en lo sucesivo.

Cerca del año 550, siendo rey Agila I, excavaron nuevas cuevas, colocadas en dos pisos que estaban unidos por un pozo, donde habitaba Millán. Allí falleció y fue enterrado, supuestamente a la edad de 101 años, en el 574.

Tras la muerte de Millán, en torno a su sepulcro se crea una primera comunidad de presbíteros. Esto significa un primer cambio en el tipo de vida iniciada con el santo: se pasa de la vida eremítica a la vida cenobítica. Ahora hay ya cierta organización, ya se puede hablar de vida en común. Cada eremita vive en su cueva y una vez por semana se reúnen en el nuevo edificio, en el cenobio.

El cenobio original fue construido ya en el siglo VI. En las cuevas se pueden ver sepulcros apiñados y superpuestos de personajes sin identificar, que debieron ser ilustres por la proximidad al sepulcro del santo.

Con la llegada de los árabes no cambió nada en aquel lugar y sus alrededores. Las tierras de las cuencas del Ebro y del Duero eran tierras de nadie, habitadas únicamente por ermitaños como Millán.

Su sepulcro se convirtió en lugar de peregrinaje al que acudían condes y reyes castellanos para encomendar sus batallas contra los musulmanes.

En el 923 resurge el monasterio después de la conquista de Nájera por Sancho III el Mayor, rey de Pamplona y lo habitan monjes mozárabes. Mozárabes del siglo X son también las dos capillas cuadradas y gemelas del interior.

En 984 sucederá la consagración de la iglesia mozárabe de San Millán de la Cogolla de Suso, construida en parte por mozárabes para ampliar la modesta estructura anterior y elaboración de los dos marfiles arábigo-andaluces con cenefas y animales, que allí se guardan. Los arcos de herradura marcan el límite de esta construcción. En uno de ellos, que da a la entrada a la iglesia hay dos capitales visigóticos de tipo corintio.

Destacaba ya Suso desde sus comienzos, en el aspecto cultural, por su flamante escritorio, del que salió una buena y rica colección de manuscritos y códices, entre los que destacan el Códice Emilianense de los Concilios, datado en 992; la Biblia de Quiso, que lleva data del 664, o una copia del Apocalipsis, de Beato de Liébana y con la letra del siglo VIII, lo que le hace ser uno de los principales escritorios, si no el más notable, de la Edad Media Española. Nos encontramos en el período tal vez de mayor esplendor del monasterio. Es el marco en el que va a surgir la que hoy es la más antigua manifestación escrita de la Lengua Española, así como del euskera.

En sucesivas ocasiones se fue ampliando hasta el siglo XI, de modo que en el templo se unen los estilos visigótico, mozárabe y románico.

En 1002, Almanzor dirige con 64 años, enfermo y en litera (no puede montar a caballo) su 56ª y última aceifa (campaña de verano). Dentro de ella quema el monasterio, en aquella época el santuario por excelencia para los castellanos y navarros, como Santiago lo era para los gallegos y leoneses. Morirá poco después.

La cueva central, que en los primeros tiempos sirvió de oratorio, estuvo enterrado San Millán hasta el año 1030 en el que Sancho III el Mayor y su mujer Muniadonna, con asistencia de los obispos de Pamplona, de Oca, de Alava y de Huesca, hicieron levantamiento solemne de las reliquias.

En el lugar de la sepultura se levantó, en el s. XII, el actual cenotafio (monumento funerario en el que no está el cadáver de la persona a quien se dedica), que representa a San Millán yacente con ropas sacerdotales visigóticas. El estilo de este monumento puede estar entre un románico avanzado y un gótico temprano.

Del actual monasterio de Suso, construido entre los siglos VI al XI, quedan pues vestigios importantes de los diversos momentos históricos por los que atravesó: las cuevas rupestres donde vivían los eremitas, el primitivo cenobio visigótico, la ampliación mozárabe y por último románica.

El acceso al monasterio se realiza a través del portaello, allí se encuentran las tumbas de los infantes de Lara y de su tutor Nuño acompañando a las tres reinas navarras.

Por el arco mozárabe con capiteles de alabastro que nos recuerda a la época califal cordobesa del siglo X decorados con dibujos con motivos vegetales y geométricos, nos adentramos en el monasterio mozárabe con tres grandes arcos de herradura. Al fondo observamos el resto de la primitiva construcción visigótica.

La cueva-sepulcral conserva la lauda del fundador de la segunda mitad del siglo XII, construida en alabastro negro y decorada con su escultura yacente, revestida con ropajes sacerdotales, alba, casulla y estola sobresaliendo una cruz labrada sobre su pecho con decoración de números y vegetales.

En la actualidad el Camino de Santiago a su paso por La Rioja se desvía hacia el monasterio de Yuso donde se encuentran los restos del Santo. Durante la Edad Media fue centro de poder político y cultural. De su importante escriptorio salieron los primeros testimonios escritos de romance español y del esukera, las glosas emilianenses. En la actualidad el Ministerio de Cultura es quien custodia el monasterio.monasteriodesusoplano01

Breve nota de Historia riojana: El reino de Viguera

reinodevigueraFue un reino de corta duración, (no más de 40 años) localizado alrededor  de Viguera entre 970 y 1005. Fue creado por el testamento de García Sánchez I de Pamplona para su segundo hijo, Ramiro Garcés, fruto de su segundo matrimonio.

En 918 Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Pamplona invadieron Viguera para expulsar a los Banu Qasi de la región. Ben Lope se rindió y cayó prisionero a manos de Sancho Garcés I.

Para 923 el área había sido dominada y fortalecida. De 924 hasta 972 la persona que controlaba la región era Fortún Galíndez, quién recibió los títulos de prefecto y duque y según algunas cartas privadas reinó bajo el dominio de Sancho I y García.Ramiro Codex Vigilanus Wikimedia Commons copia mia

Tras la muerte de García, su hijo mayor Sancho Garcés II de Pamplona heredó Navarra e inmediatamente reconoció a su hermano Ramiro en Viguera de acuerdo a los deseos de su padre. En varios documentos aparece como “Ramirus Rex” y “Ranimiro regnante in Veccharia et in Leza” (Incluía también parte de este otro Valle). El Reino de Viguera, se extendía así por los valles del Leza y del Iregua hasta Ajamil y Almarza de Cameros incluyendo Alberite y Albelda donde destaca el auge prometedor del monasterio.

Ramiro fue sucedido por su hijo Sancho Ramírez, en 991 y este fue sucedido durante un tiempo por su hermano García Ramírez, quién quizás actuó como correy hasta la muerte de su hermano en 1002 o poco después. García dejó solamente 2 hijas y sencillamente desaparece del registro histórico entre 1005 y 1030, y Viguera otra vez volvería a formar parte de Navarra.

Viguera y su evanescente ‘reino’ debido a su situación geográfica en el centro del territorio riojano fueron utilizados frecuentemente como denominación para aludir a toda La Rioja, aunque ya en 1099 se constata el uso también del propio topónimo ‘La Rioja’ como identificativo de la región.

Desde el castillo de Clavijo

Nombre del documento retoc

Un rincón de la Historia de La Rioja: el nombre de Haro

 

De antiguo la zona estuvo poblada por berones. Durante la romanización de la península, se sabe de la existencia de «Castrum Bilibium», en las Conchas sobre el Ebro, frente a Salinillas de Buradón, en la ladera norte de los riscos de Bilibio. 

La zona es reconquistada en 923.

Cerca del siglo X los pobladores de Bilibio construyeron una torre de fuego o faro sobre el actual cerro de la Mota o Atalaya con el objetivo de alumbrar la desembocadura del río Tirón en el Ebro, ya que esta zona era navegable. 

La actual zona de la Atalaya congregaría una pequeña población cristiana, mientras que en la zona de la Vega existía un poblado morisco con algunos cristianos junto al santuario. 

Diferentes calamidades ocurrieron en la zona de Bilibio que les llevó a ir trasladándose progresivamente a un lugar más seguro y accesible. De esa forma se fue formando el poblado conocido como Pharo en las faldas del cerro en el que se asentaba el faro, trasmitiendo sus usos, costumbres, tradiciones (como la honra a San Felices), glorias y bienes.

La primera alusión a Haro como Faro data del 28 de mayo de 1040, en un documento del rey navarro García Sánchez III de Navarra «el de Nájera» en el que donaba a su esposa Estefanía de Foix, mediante la carta de arras, «Bilibio cum Faro et cum sua pertinencia». Según éste documento parece que Haro todavía se encontraba supeditado a Bilibio.

Otras escrituras de la época citan lugares próximos a Faro. Motulleri en 1062, Tondon en 1072, a Faro de nuevo en 1075. También se citan Jimileo, Zaballa, Villalba, lo cual parece indicar la existencia de múltiples caseríos esparcidos por todo el valle del Oja-Tirón, muchos de ellos hoy desaparecidos.

El nombre evolucionaría, como el castellano, transformándose en Haro.

A lo largo de la Edad Media fue quedando Bilibio primero deshabitado y con el tiempo abandonado, al igual que otros poblados cercanos como Atamauri y Tondón. Los moradores de estos lugares se fueron mayoritariamente a Haro.

 

Un rincón de la Historia de La Rioja: Contrebia Leucade (más de un ciento de casas blancas)

 

Los restos más antiguos de presencia humana en este lugar corresponden al enterramiento de la Cueva de los Lagos, que se sitúa cronológicamente en el Bronce Final, y culturalmente relacionado con la Meseta. Podría datarse sobre el año 1.000 a. de C. Se han encontrado allí restos humanos y fragmentos de cerámica.

Asentamientos posteriores ampliaron la ciudad y propiciaron su desarrollo. No  existen aún contactos con la cultura centroeuropea, como lo demuestran la inhumación en lugar de la incineración de cadáveres, así como los estudios realizados en cerámica con decoración estilo «boquique», de procedencia meseteña.Cerámica_con_boquique_Cogotas-I

La Cueva de los Lagos, con posible salida al río por la parte inferior, pudo ser utilizada como necrópolis del poblado de Peña Recuenco, de vivienda semiexcavada en la roca, para guarecerse de los fríos que se producen al pasar de una etapa de clima suboreal, a otra más fría subatlántica.

La entrada de pueblos indo-europeos celtas en sucesivas oleadas, entre los años 900 y 400 a. de C., provoca un cambio radical en las formas de vida en los antiguos poblados. Este es el caso del primer poblado de las ruinas, en plena Edad de Hierro. Puede datarse entre el siglo VI y IV a. de C. El poblado Hallstattico se encuentra en el cerro oeste más próximo al río, en una pequeña meseta defendible, con sus lados cortados a pico sobre el río, el resto está amurallado. La muralla conservada en el lado oeste, tiene 200 m. de largo y un espesor de 2,20 m. La casa hallstáttica es pequeña, rectangular, con hogar central de arcilla endurecida, y habitación trasera a modo de despensa. Aparecen algunas casas adosadas a la muralla. En la cerámica aflorada del yacimiento aparecen hasta diez formas diferentes: escudillas, cuencos, etc.

Fueron los asentamientos que tuvieron lugar entre los siglos IV y III a. C. los que ampliaron la ciudad y propiciaron su desarrollo. El poblado celtibérico se asentaría así sobre el hallstáttico, ampliándolo y aprovechando lo anterior. Se cree que fue una ciudad, en principio, pelendona y posteriormente arévaca, pueblos de la meseta castellana. Estos últimos llegaron, aproximadamente, hacia el 300 a. C. Las tribus celtíberas fueron dueñas de Contrebia Leucade hasta su derrota por los romanos y la consiguiente romanización de la zona.

Los romanos llegaron a comienzos del siglo II a. de C. La ciudad controlaba un territorio entre dos espacios diferentes, pero muy importantes, como eran el valle del Ebro y la meseta castellana. Controlaba igualmente el curso del río Alhama que constituía el camino rápido y directo entre los dos espacios, lo que debió ser tenido muy en cuenta por los romanos a la hora de planificar el asalto y la conquista de la Meseta. El control de esta vía justifica también el que más tarde, en época imperial, Roma se preocupe del lugar y se rehaga su dispositivo de defensa con vistas a facilitar el paso de tropas entre el Ebro y la Meseta. Desde Contrebia partiría otro camino que enlazaría con el itinerario 27 de Antonio, dirección Clunia. 

Contrebia tomó parte activa en las Guerras Sertorianas, del lado de Pompeyo, siendo tomada y destruida en el año 77 a.C., quedando una población residual durante el Imperio, hasta el siglo III d.C.

Tras la caída del Imperio y la violenta invasión de francos y alemanes, se fortifica de nuevo -caso de la muralla norte- y se reutilizan las antiguas viviendas, como lo demuestran los muros de mampuesto de algunos edificios fechados en esta época.

 

Un rincón de la Historia de La Rioja: Briones

 

Aunque dentro del término de Briones (ermita de los Santos Mártires, situada a mitad de camino entre Gimileo y Briones) se han encontrado restos de un yacimiento lítico de la Edad del Bronce, el emplazamiento actual se identifica con los berones, de los que toma su nombre y suponía un emplazamiento en alto junto al Ebro, similar al del Monte Cantabria, próximo a Logroño.

La única referencia durante la época romana son restos arqueoógicos cerca de la ermita de la Concepción, en el denominado Camino Real.

Entre 714 y 715 es ocupada por las tropas musulmanas, en cuyo poder permanecerá hasta el s. IX. Ya en ese comento había presencia judía en Briones. Hay constancia de  una importante presencia judía durante toda la Edad media. 

Alfonso I de Asturias en 740 y siguiendo la ribera del Ebro, destruyó y taló los términos de Briones y otras seis poblaciones de la Rioja Alta. Poco después fue recuperada por los musulmanes.

En 923 es reconquistada definitivamente y conoce una primera repoblación cristiana, vascones en su mayoría. Pasa a ser gobernada por el reino de Pamplona.

En el verano de 991 tiene lugar la 36ª aceifa de Almanzor: conquista la ciudad de Briones y la arrasa. También ataca Nájera y Cenicero. 

Fue de Navarra en tiempos de Sancho el Mayor, formando parte de la Tierra de Nájera, y se regía por su fuero (al menos entre los años 1000 y 1035), hasta 1076 en que fuera asesinado Sancho el de Peñalén. A raíz de esto, Alfonso VI de Castilla se apoderó de La Rioja desde Montes de Oca hasta el río Ebro, quedando Briones incorporada a la Corona de Castilla como villa fronteriza frente a Navarra, por su estratégica posición ribereña del Ebro. Briones pasó a ser Señorío de los de Haro.

Dominio navarro del Rey Ordoño II de León, desde principios del siglo X.

Fernando III el Santo nombró a Don Diego López III de Haro, sobrino del monarca, primer Señor de Briones, permaneciendo desde entonces el Señorío en el ámbito del Reino de Castilla, aunque a menudo envuelto en numerosos episodios bélicos con sus vecinos del Reino de Navarra. De esa época son las murallas y la torre del homenaje que se hundió en 1941.

En 1240 Don Diego López se reveló contra Fernando III y se refugió en Briones. El rey cercó la villa y lo hizo prisionero, destruyendo la fortaleza. A partir de entonces la villa fue realenga.

El 18 de enero de 1256, Alfonso X el Sabio le concedió el fuero de Vitoria, para garantizar la repoblación castellana ante las pretensiones Navarras.

En 1293, reunidas las Cortes en Valladolid por Sancho IV, se otorgaron varios privilegios reales, entre ellos el de Briones, que entonces comprendía las aldeas de Ollauri, Gimileo y Rodezno (hasta el s. XVIII). 

Durante las guerras mantenidas por Enrique de Trastámara y Pedro I el cruel, Briones fue el señorío del hermano del Trastámara, Sancho, a quien el rebelde don Enrique le había concedido varias villas y lugares riojanos. Durante la batalla de Nájera librada en 1367, Don Sancho fue hecho prisionero por Pedro I y despojado de «Briones con todos sus lugares, aldeas y términos».

En 1369, Pedro I fue asesinado por su hermano y éste ocupó la corona castellana. El nuevo rey, Enrique II, confirmó ese mismo año el fuero y se instaló en esta villa para negociar con el rey Navarro Carlos II, el Malo, sobre sus diferencias territoriales. Sin embargo, la guerra castellano-navarra estalló en 1378 a causa de la alianza entre Ricardo II de Inglaterra y Carlos II. Los avances castellanos por tierras navarras forzaron a Carlos II a negociar la paz con Enrique II y para ello envió dos procuradores al campamento real castellano emplazado en Briones. La denominada paz de Briones fue firmada el 31 de Marzo de 1379.

En la época de vasconización de la Rioja había en Briones treinta apellidos vascos en 1536.

Cuando los franceses entraron en Briones el 30 de noviembre de 1807 tanto la iglesia como la ermita del Santo Cristo fueron saqueadas.

En 1836, durante la primera guerra carlista, la Brigada de Briones fue enviada por el general Luis Fernandez de Córdoba a cubrir la margen del Ebro para impedir el paso de los carlistas. En la última guerra carlista, Briones y Cenicero cayeron en manos de Eustaquio de Llorente el mes de noviembre de 1873 y fueron hechos prisioneros más de cincuenta brioneros que fueron trasladados a Laguardia.

 

Sertorianos en Calagurris

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Los romanos desfilan por Calagurris

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Un rincón de la Historia de La Rioja: Lo que pudo ser y no fue

Corría el mes de enero de 1822, en pleno trienio liberal, cuando se promovió una nueva administración del país, con provincias nuevas, igualdad, desaparicción de fueros,…

Esa fecha es muy importante para La Rioja porque es la primera vez que aparece diferenciada de Burgos y de Soria, aunque sea con la denominación de Logroño.

Pero no todo fue bonito y a la organización propuesta le «quitaron» parte del territorio hasta 5 provincias limítrofes: Álava, Navarra, Zaragoza, Soria y Burgos. ¿Qué se le va a hacer?. Que les vaya bonito.img005

Puente de piedra de Logroño

No hay certeza absoluta, pero sí parece que ya en tiempo de los romanos había un puente de piedra en la localización actual. Aguas abajo comenzaba a ser navegable el río Ebro, desde la Vareia romana.
Parece ser que se trataba de un puente de seis arcos de medio punto, probablemente con dos torreones defensivos en los extremos.
En el Fuero de Logroño de 1095 se le nombra:
“Y si viniera algún hombre de más allá del río Ebro, que pidiera en juicio a algún poblador, que responda en su villa o en la cabeza del Puente de San Juan”.
Con las guerras y los años, en la Edad Media solo quedaban 2 de los seis arcos, llevándose a cabo varias reconstrucciones intentando conservar la forma de arcos con ligera ojiva originales romanos. Tenemos constancia de una de estas actuaciones en el s.XIV.
Unas fechas más tarde una gran avenida se llevó la mayor parte del antiguo puente y se llevó a cabo la edificación de uno nuevo, de 12 arcos y con tres torreones, uno central y otro a cada extremo, que perduró hasta el siglo XIX y que da origen al escudo de la ciudad.
En cuanto a los torreones, el primero, en la parte de Navarra, estaba en el estribo entre el tercer y cuarto ojo y era idéntico en construcción al tercero. El segundo, situado entre el séptimo y octavo ojo, permitía establecer una defensa de hasta 40 hombres desde tres ventanas o desde el adarve aspillerado superior.  El tercer torreón unía la muralla con el puente en el duodécimo ojo.
En 1775 una gran riada que duró entre el 19 y el 21 de junio cubrió todo el puente, provocando el derrumbamiento del primer torreón.
En 1835, durante la primera guerra civil carlista, se cortó uno de los arcos y se sustituyó por un puente levadizo. El segundo torreón albergaba en su interior el sistema de poleas que movían las cadenas del puente levadizo de madera.
En 1850 se terminaron por derruir el resto de torres en ruinas.
Diversas obras menores condujeron a la construcción actual, de Fermín Manso de Zúñiga, datada de 1884, tras el derrumbe del antiguo puente en 1871. Consta de 7 arcos entre pilares cilíndricos.
En 1917 fue ampliado con andenes de hormigón armado a ambos lados para su utilización peatonal, ampliando así el espacio para el tráfico rodado.

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A pensar

«Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos».
Erasmo de Rotterdam (1469-1536)

Allí empezó todo

Si no sabes de donde vienes es imposible saber dónde vas.
Primera foto de mi colección. 1927.