Emerges de un lugar recóndito.
Caminas despacio, con tiento, sin saber a ciencia cierta quién vaga al otro lado…
No eres un hombre cualquiera. Tu semblanza duele, anuncia un pasado tormentoso, busca un presente ávido de luz y reclama un futuro donde cerrar heridas.
Has salido esta vez a la vida como quien levita en la ingravidez de un astro todavía desconocido, pero tus pasos ansían pisar suelo firme.
Necesitas oxígeno como quien reclama toneladas de agua en una marcha larga y agónica por el desierto.
Y tus poros se abren como ondas de agua en el río, sorprendido por el chasquido de una piedra. Y tu cuerpo, sin rostro, grita. Y tu alma, todavía anónima, tiembla…
Pero tienes el mundo bailando bajo tus pies. Y sabes que con eso ya es suficiente…
Telma