No parece posible pero es enero, Zaragoza.
Estás en una terraza tomando un gintonic y enfrente una de las maravillas mudéjares de las que se pueden disfrutar en la capital maña, San Gil.
Una maravilla.
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No parece posible pero es enero, Zaragoza.
Estás en una terraza tomando un gintonic y enfrente una de las maravillas mudéjares de las que se pueden disfrutar en la capital maña, San Gil.
Una maravilla.
This is part of Norm Frampton’s weekly photo challenge Thursday Doors for door-lovers around the world. Follow the link for Thursday Doors to learn more.
El palacio Argillo de Zaragoza se encuentra en la Plaza San Felipe, en el centro, centro de la capital aragonesa.
Fue en origen la casa nobiliaria de Don Francisco Sanz de Cortés, infanzón zaragozano cuya prosperidad económica y social le lleva a ampliar su casa, sita en la Plaza de San Felipe, entre 1659 y 1661, para darle un aspecto nobiliar acorde con su nueva posición.
Inicialmente añadirá una nueva fachada, el patio, la escalera y el salón en la parte delantera de la planta noble.
Nombrado Marqués de Villaverde en 1670 por Carlos II, van a sucederse con su hijo y nieto, una serie de reformas en el palacio que afectarán en parte a la iglesia de San Felipe, con la que compartía medianiles.
Cuando su nieto marcha a Madrid, la casa se desvincula de la familia, hasta que la Condesa de Argillo lo hereda en 1837, denominándose a partir de entonces Palacio de los Condes de Argillo.
El edificio resultante posee las características de la arquitectura civil de la nobleza aragonesa en la transición del modelo del Renacimiento al Barroco, adaptando a una expresión característicamente barroca a la organización y los elementos de las obras domésticas renacentistas. Tales son el mirador de arquillos de medio punto doblados, o la sucesión: zaguán, patio y escalera, aunque todo ello tiene ya otro tratamiento.
Desde 2002 alberga el Museo Pablo Gargallo, en honor del universal escultor aragonés.
Contiene esculturas en bronce y otros materiales, dibujos, grabados y varias plantillas de cartón para formar algunas de sus esculturas, así como el Fondo de Documentación relativo al propio artista y a la escultura contemporánea. Dispone también de una sala de exposiciones temporales y de un centro de documentación sobre arte contemporáneo.
In response to The Daily Post’s weekly photo challenge: Nostalgia
Filosofía popular. La filosofía del pueblo.
Paseando por los mercadillos de las ciudades puedes encontrar de todo: artículos de decoración para los que al llegar a casa no encuentras ubicación, elementos de colorido excepcional, perfumes casi regalados, los mejores manjares de la comarca, juguetes como con los que jugaban nuestros padres e incluso nuestros abuelos,… casi de todo.
A veces encuentras algo singular, un poco diferente a «lo de toda la vida» y consigue llamarte la atención. Puede que no sea estéticamente lo mejor pero te hace pararte y pensar un momento. Eso es lo que me pasó al leer este rótulo en el mercadillo de la plaza del Pilar de Zaragoza.
Será que la filosofía popular es más fácil de entender que las complejas corrientes filosóficas que ha habido a lo largo de la Historia.
La plaza del Pilar de Zaragoza es una de las más grandes de Europa. Imponente. En uno de los extremos cortos se encuentra la catedral de la Seo. En el otro está San Juan de los Panetes, mucho menos conocida que la catedral o que la basílica del Pilar, pero de gran tradición entre los zaragozanos y conocida, entre otras cosas, por tener inclinada su torre de campanario.