Hay días, hay momentos, hay instantes en los que el sol, a punto de irse a acostar para poder madrugar al día siguiente, nos regala la magia de teñir todo de oro, dando un aspecto irreal y fantástico.
Si se da la circunstancia de que el día esté nublado, se recorta el tiempo de disfrute, pero se agranda el resultado.
Puente de hierro de Logroño.