El Pirineo tiene muchos atractivos, en cualquier época del año. Unos más conocidos y otros menos.
Para mí la primavera tiene un atractivo muy particular: descalzarse y meterse los pies en el agua muy muy fría del deshielo, sentir cómo se quedan casi sin circulación, hasta llegar al dolor, aguantar lo que se pueda. Sacarlos y notar el bum, bum, bum de la circulación que vuelve a llegar, y el calor que acompaña a la sangre va volviendo a las extremidades,… te sientes vivo.