En lo más recóndito de cada uno debe estar el recuerdo de la raza, Ahí tiene que estar la época en la que los humanos vivían con muy poco y en la que los elementos básicos lo eran todo.
De ahí tiene que venir nuestra atracción por el fuego, el agua,… Qué maravilla estar junto a una cascada oyendo la melodía irrepetible y viendo los infinitos caminos por los que discurre, siempre distintos.