Caminas despacio, con tiento, sin saber a ciencia cierta quién vaga al otro lado…
No eres un hombre cualquiera. Tu semblanza duele, anuncia un pasado tormentoso, busca un presente ávido de luz y reclama un futuro donde cerrar heridas.
Has salido esta vez a la vida como quien levita en la ingravidez de un astro todavía desconocido, pero tus pasos ansían pisar suelo firme.
Necesitas oxígeno como quien reclama toneladas de agua en una marcha larga y agónica por el desierto.
Y tus poros se abren como ondas de agua en el río, sorprendido por el chasquido de una piedra. Y tu cuerpo, sin rostro, grita. Y tu alma, todavía anónima, tiembla…
Pero tienes el mundo bailando bajo tus pies. Y sabes que con eso ya es suficiente…
Las iglesias luteranas suelen ser parcas en ornamentación. Y ello probablemente provoca un menor impacto por su grandiosidad pero más facilidad para el recogimiento. Para mi gusto, que el barroco no es precisamente mi estilo arquitectónico preferido, no provoca rechazo, aunque debo decir que me quedo con un románico avanzado o un gótico incipiente.
Cuando una iglesia luterana está vacía lo anterior se acentúa y es más fácil dar rienda suelta a la imaginación y dejarse llevar por la melancolía al ver un órgano enorme casi como único accesorio.
Esa fue la sensación que tuve al entrar en esta iglesia. Casi parecía irreal.
¿Has tenido esa sensación?. ¿Conoces la antigua catedral de San Nicolás de Helsinki?