Un rincón de la Historia de La Rioja: La Santa Inquisición

No es la Inquisición algo de lo que debamos sentirnos especialmente orgullosos los riojanos y los logroñeses en particular, pero forma también parte de nuestra Historia.

La Inquisición se creó por los Reyes Católicos en 1478. Los tribunales de la Inquisición llegan a La Rioja en 1509 cuando el tribunal de la Inquisición de Estella es trasladado a Calahorra.

El tribunal que funcionaba en Calahorra fue trasladado en 1570 a Logroño, que así se constituyó en uno de los 14 tribunales que actuaban en la península bajo el Consejo Central de la Suprema Inquisición uno de ellos fue el de Logroño. Su jurisdicción abarcaba el Reino de Navarra, el Obispado de Calahorra y La Calzada, el Señorío de Vizcaya, Guipúzcoa, la jurisdicción del Arzobispado de Burgos por los Montes de Oca a San Vicente de la Barquera (Cantabria) y el Obispado de Tarazona, hasta los límites del Reino de Aragón. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, el Tribunal de la Inquisición de Logroño acaparó un gran influjo político y religioso, respaldado por los Austrias y, después, por los Borbones

El tribunal lo formaban normalmente tres inquisidores, en su mayoría clérigos y varios ‘calificadores’ (frailes Franciscanos, Dominicos o de la Merced). Por debajo de estos actuaban en las villas y ciudades los llamados ‘comisarios’ y los ‘familiares’, que eran personas anónimas nombradas ‘a dedo’ a través de los ayuntamientos, cuya misión era la de ‘informar’ al tribunal.

El edificio de la Inquisición logroñesa estaba situado junto a la Iglesia de Santiago y tenía dependencias para el inquisidor y la guardia y la planta baja hacía de cárcel. Hoy en día es un Museo.

Los casos más perseguidos eran los de herejía (brujería), luteranismo, observancia de la ley judía, del Islam o la difusión de creencias o prácticas (malos tratos, bigamia,…) contrarias a la moral católica.

En una información del Inquisidor General de los Reinos Cardenal Sandoval daba cuenta de que en la región vasco-navarra-riojana se celebraban aquelarres y en cuya lista figuraban las localidades de Ribafrecha, Ajamil, Bañares, Sojuela, Medrano, Haro y Matute y manteniendo el criterio de que debían adoptarse medidas de rigurosos castigos hacia los brujos, como ya se estaba haciendo por el Santo Oficio en las zonas fronterizas y especialmente en las localidades de Fuenterrabía, Zugarramurdi, Hendaya, San Juan de Luz y otros pueblos del Bidasoa.

Si por algo es famosa la Inquisición de Logroño es por el Auto de fe  celebrado los días 6 y 7 de noviembre de 1610. Puso fin a la causa contra las llamadas brujas de Zugarramurdi con la quema de once personas en la zona conocida como ‘Los Quemados’, junto al Pozo Cubillas. Fue el juicio más importante y sanguinario llevado a cabo en La Rioja.

El día anterior a la ejecución, se colocó frente al Ayuntamiento Logroño, el antiguo portalón situado en la calle Portales, frente a Juan Lobo, un gran tablado con sus tribunas, sus bancadas y sus palcos. Una villa de apenas 5.000 vecinos recibió 30.000 visitantes, lo que multiplicó la superchería, desató la psicosis colectiva y alentó el pánico hacia la supuesta secta.

Más de 50 habitantes de Zugarramurdi y Urdax habían permanecido hasta dos años en las cárceles del Santo Oficio en Logroño. Los inquisidores abonaron la creencia de que aquella zona del Pirineo navarro había caído bajo el influjo de una secta satánica que oficiaba rituales y akelarres en cuevas. Tras obtener confesiones bajo tortura, condenaron a la hoguera a los once que se negaron a confesarse brujos; seis de ellos fueron quemados vivos y otros cinco en efigie (una escultura de madera por cada uno de ellos, junto a sus restos mortales).

Como en otras partes de España, fue abolida definitivamente en 1834.

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