La razón científica por la que, a veces, los estornudos vienen de tres en tres
Imagen: Allan Foster / Flickr

¡Achís! ¡Aachís! ¡A-a-aachís! ¿Por qué a veces estornudamos dos o tres veces seguidas? Los estornudos encadenados pueden interrumpir una reunión, hacer que nos enrojezcamos de vergüenza y empujar a alguien a decir “salud” antes de tiempo. Pero hay una razón biológica por la que ocurren así.

Por lo general estornudamos para deshacernos de una sustancia que está irritando nuestro aparato respiratorio. Puede que no te hayas dado cuenta, pero es casi imposible estornudar sin mover la cabeza hacia adelante. Es un acto reflejo que ayuda a aclarar las vías respiratorias. Los estornudos vienen de tres en tres por esa misma razón. “Es la forma de sacar esas partículas extrañas de la nariz”, explica el otorrino Jordan S. Josephson. “Un estornudo lo suelta, el segundo lo lleva a la parte frontal de la nariz y el tercero consigue sacarlo”.

Las sustancias irritantes que provocan uno, dos o tres estornudos seguidos van desde el polvo disperso en al aire hasta los alérgenos que complican la vida de los alérgicos, como el polen y la caspa de las mascotas; sin olvidarnos de las infecciones virales, como el resfriado común (el virus del resfriado infecta a la mucosa, una membrana húmeda que recubre las fosas nasales). Cuando una de estas partículas irrita las vías respiratorias, inhalamos mucho aire —muy rápido y muy fuerte— y el cerebro manda un mensaje al diafragma para aumentar la presión sobre los pulmones y expulsarlo.

No todos los estornudos están relacionados con una irritación del aparato respiratorio. Algunas personas estornudan cuando sale el sol, un rasgo genético que está presente en al menos un 10% de la población. Y hay causas más extrañas, como estornudar por tener el estómago lleno o llegar al orgasmo. En cualquier caso, taparse la nariz y la boca al hacerlo no es sólo un gesto de buena educación: el estornudo es el vector típico de un puñado de enfermedades. Al fin y al cabo, estamos lanzando gérmenes a una distancia de hasta 5 metros.

Algunas de las cosas que solemos repetir sobre los estornudos son en realidad mitos muy extendidos. Por ejemplo, se dice que un estornudo viaja a 160 kilómetros por hora, cuando lo normal es que no supere los 60 km/h. También decimos que es imposible estornudar con los ojos abiertos, pero algunas personas pueden hacerlo. Y tiene mucho sentido cerrarlos al estornudar: evita que la presión del aire llegue a los globos oculares y les haga daño, o que los gérmenes entren en los ojos y produzcan una infección. [LiveScience]